lunes, 21 de septiembre de 2009

Primer libro


Hace 87 entradas no imaginaba que acabaría escribiendo ésta. Pero aquí está. Algunos de los lectores habituales sospecharon la forma de la criatura desde aquellas tímidas preguntas lanzadas por Betty B., anónima y siempre vacilante. La vieron crecer conmigo de mayo a noviembre y, entonces, me di cuenta de que un proyecto había tomado forma y se había acabado con la misma terquedad sin vuelta de hoja con la que empezó: tenía en la mano mi primer poemario.

Había soltado por estas Caricias doce de sus treinta y cinco poemas, y pensaba dejar alguno más (creo que han sido unos quince); los poemas ya iban firmados, así que descarté presentarlo a ningún concurso. En marzo lo remití a dos editoriales de las que no tuve respuesta. Decidí que tampoco lo enviaría a sitios donde seguramente iban a tirar a la basura, sin ni siquiera leerlo, el original de una perfecta desconocida. Y no hice nada más que escribir.

No creo que mis poemas ni los de nadie sean mejores o peores sobre el papel que sobre la pantalla o escritos sobre un muro. Pero me gustan los libros hasta la superstición, quisiera que alguien lo llevase consigo con el mismo placer con el que yo he llevado otros, hasta el final del día, para vivir con ellos y dormirme también con la conciencia cruzada por uno de sus versos. Por eso, cuando se interesaron por mí desde la Fundación Ecoem para formar parte de la Colección de Poesía Siltolá, dije sí sin preguntar nada. Y aquí está la criatura. Tengo que dar las gracias a Javier Sánchez Menéndez, por su atención constante y su amabilidad; y a Abel Feu, por su paciencia con mis comas de ida y vuelta y por su buen hacer.

Especialmente, quiero agradecerle su prólogo a Juan Manuel Macías -sin duda, quien mejor conoce mi poesía- por acompañarme con un pequeño texto que siempre le dará sentido a lo que escribo. Tampoco quisiera dejar de nombrar hoy a las pocas personas que leyeron el poemario completo antes de que supiese qué hacer con él, y cuya fe supero siempre a la mía: Antonio Rivero Taravillo, Juan Salido-Vico y Antonio Azuaga.

Todas esas personas eran desconocidas para Betty B. Las lecturas mutuas nos acercaron. Creo que eso es, entre otras cosas considerablemente curiosas, un libro: una llamada sobre los ojos de los demás. Un gesto interior que viaja hacia fuera. Del pensamiento con frecuencia desconcertante al extraño orden de las palabras; de ahí al papel, del papel a los otros.

En esos treinta y cinco poemas se queda un trozo de mi vida de una manera bastante rara, entre reconstruida e inventada, con su caos colocado en líneas rectas, tal vez atrapada, siempre incompleta. Me gusta entregarla así, bien vestida por una edición preciosa. Lo demás, no lo siento asunto mío.
Espero que os guste.

Olga Bernad



_____________________________________________
Hace un año: Noche de otoño, La terrible virtud de ser inolvidable
_____________________________________________

25 de septiembre: En La Cigale nos informan hoy de su programación de octubre y, de paso. hacen una amable referencia a la publicación de mis Caricias.

26 de septiembre: Álex Chico, excelente poeta y vecino de blog, se hace también eco de la publicación en su Isla de Elca.
Gracias, sois estupendos.

martes, 15 de septiembre de 2009

Nostalgia armada

Ahora, Señor, acuérdate de mí, vuelve tus ojos hacia mí.
Tobías 3,3

Te miro caminar serenamente
por una calle en la que nunca estuve.
Háblame de las cosas que no veo,
vuelve tus ojos hacia mí, y perdona.
Mi corazón no tuvo más remedio:
te inventé porque el mundo me sabe a hambre atrasada,
y porque el tiempo es poco
y hubiese sido absurdo
medirlo con simpleza de usurero,
encerrarlo en relojes,
dilapidar mi esfuerzo y tu cordura
o el dulce remolino que baila con mi espíritu
si alguna vez te pienso y te presiento.
Quiero que algún pequeño
espacio del misterio que nos lleva
dirija el calendario hacia lo incomprensible.
Un día de abril por ti,
el tiempo de la espera en la mirada
y un vals oscuro y lento
(sus violentos cuchillos de ternura
volando en cada vuelta
y mi nostalgia armada hasta los dientes
recostada en la almena de tu alma)
deslizándose a ciegas por mi sueño,
como si muy despacio me fuese desangrando
y la vida escapase entre mis dedos
diciendo adiós, adiós;
diciendo ya me he ido,
diciendo nunca estuve,
nunca estuve contigo en esas calles.

Olga Bernad
_____________________________________
Hace un año: Apuesta, Ejercicio literario nº 29
_____________________________________

martes, 1 de septiembre de 2009

Lejos del cielo


Mi niño levantó la vista al cielo
y yo seguí esos ojos hacia el aire.
No encontré nada nuevo, y el reía.
Perdido el cielo de los ojos limpios,
queda ganárselo vendiendo el alma.
He visto compradores que acarician
con sucias manos su silencio suave,
lejos del lago de los ojos, lejos
de la primera vez de la mirada.

Olga Bernad
_________________________
Hace un año: No volver
_________________________
Nota: La fotografía es de Fernando González Seral