jueves, 31 de marzo de 2011

El tiempo de las dudas y los pactos

Tazas de porcelana,
comediantes ausentes,
trocitos de amapolas entre los cuentos viejos
y largas trenzas negras
rozando sin saberlo una cintura nueva.


Soy una japonesa,
soy una senda blanca,
un jinete y un mapa, un cofre del tesoro.
Ven a ser abanico,
caballo, huella nueva. Abre mi corazón.


Y guárdame el secreto.


Cumplir años siempre nos hace volver la vista atrás.  El año pasado me dio por repasar mi vida al hilo de los perfumes, el tabaco, los libros.  Esta vez lo celebro con este poema, uno de los incluidos en la antología de poetas contemporáneos Poesía para niños de 4 a 120 años, publicada en diciembre por Ediciones de la Isla de Siltolá, en su nueva colección Agua.  Espero que os guste. 

martes, 22 de marzo de 2011

Para que tú las bailes... (Banda sonora de Andábata I)


Hace tiempo que pensé en dedicar una entrada a cada una de las canciones que aparecían en Andábata, pues a Marta le presté, entre otras cosas, parte de la banda sonora de mi vida.  Una de las canciones que se cuelan en el pensamiento de Marta  es -inevitablemente- el Quiero ser libre de Los Chichos, tan inmortal, tan puro (a su manera), tan distinto. 

Más allá de la crítica musical e incluso de los gustos personales, al final la banda sonora de la vida es lo que se recuerda.  Yo recuerdo, por ejemplo, que a los trece años comencé a volverme  loca por aquellos grupos ochenteros, nuevos e independientes, que salpicaban mi corazón de una alegría gamberra y superaban de un plumazo la  libertad tan tristemente soñada por aquellos otros barbudos comprometidos, los cantautores de mi infancia.  Para compromiso, la actuación.

Pero se me han ido de la cabeza las letras de Polansky y el Ardor e incluso algunas de La Mode.  Me cuesta recordar a Aviador Dro, a Kikí D'Akí o a los Lords of the New Church (si bien me sigue encantando su Russian Roulette).   Sin embargo, recuerdo con toda facilidad a Los Chichos, aunque entonces los despreciase, distraída entre libros y perfumes y postmodernos, aunque también los despreciasen los puristas (siempre dando su especie de murga, les da igual el tema, la cuestión es no dejar vivir) y algunos intelectuales los salvasen para olvidarlos inmediatamente, como si fuesen un asunto de hacer gracia, sin acabar de comprender jamás que esas letras eran algo mucho más auténtico de lo que el efímero reconocimiento de la fama supone.

“Poder casarme contigo, tener un niño marinero…”  ¿Un niño marinero?  ¿Y por qué marinero y no ingeniero del estado?  Pues porque no, porque no eran materialistas, ni siquiera al estilo sesgado y brutal en que pueden serlo los antimaterialistas- anda y léeles a Marx, o háblales de neocones-.  ¿Por qué marinero y no poeta? Pues no lo sé, pero ahí está su no sé qué (que quedan balbuciendo), completamente a salvo de su propia horterez, de la indignidad, del desastre que late en esa actualización siempre algo falsa de su auténtica versión gitana de los hechos; ahí brilla, entre yonatanes y kevincósneres, alguna verdad como un templo: que tienen sangre de reyes en la palma de la mano y una borrachera de melancolía intergeneracional que llegará hasta el fin del mundo.

Como yo nací en un barrio fronterizo, uno de esos barrios obreros que marcan el límite entre la ciudad y el descampado (ay, esa sensación de haber caído del lado un poco menos malo por los pelos…), recuerdo el poblado gitano que se divisaba, allá en la llanura de las afueras, desde la ventana de mi dormitorio.  Alguna noche de verano miraba las hogueras y me llegaban, mezclándose con mis primeros escritos, voces de juerga y luces.  Allá lejos, tan cerca.

A veces aparecían jeringuillas por el suelo de la fábrica quemada que dibujaba la frontera entre ellos y nosotros, o en los silos abandonados donde nos encerrábamos para fumar y ver revistas porno.  Las gitanas que venían en busca de agua potable a las bocas de mi calle tenían largas melenas, ojos hermosísimos y olían a humo.  Niñas preciosas a las que les salían tetas en un cuarto de hora,  jóvenes princesas que se convertían en madres desdentadas de mirada triste en diez minutos.  Maldita magia del revés, maldito duende descuidado.  Ya no hay poblado, hay unas instalaciones deportivas limpias de polvo y paja.  Ya no hay gitanos.   El ayuntamiento (o quien fuese) los integró (o lo que sea) por ahí. 

Qué habrá sido de toda aquella gente a la que yo veía acceder a la ciudad por las sucias aceras de mi barrio tarareando canciones de los Chichos, qué habrá sido de mí, dónde estará la tumba de Marta.  Yo no lo sé (perdonen la tristeza).

La foto es una de las muchas que aparece en google si  hacemos la búsqueda "gitanos españoles" 

24 de marzo: En la sección "Poetas" del Heraldo de Aragón de hoy aparecen algunos versos de Nostalgia armada.




25 de marzo: Javier Sánchez Menéndez, editor de Siltolá, y mi amigo Rafael Alarcón me avisan de que en El Cultural del periódico El Mundo aparece hoy una breve reseña de Nostalgia Armada.  Contentísima de que el suplemento de un periódico nacional se ocupe tan pronto del poemario,  y en términos básicamente elogiosos, además.  Toca un tema que me encanta para "discutir".  Y para escribir, evidentemente.  

26 de marzo: Juan Manuel Macías, poeta, amigo y vecino virtual, anuncia en su blog la aparición de Nostalgia armada y elige un poema, Belchite, para darle la bienvenida. Gracias, capitán. 

30 de marzo: Antón Castro reflexiona sobre las letras aragonesas en el chat del heraldo, y nos habla de su nuevo libro "El paseo en bicicleta". No se lo pierdan.  

miércoles, 16 de marzo de 2011

En la nave de los locos (de mi vida). 2ª parte

La fotografía es de Angós, tomada el 10 de diciembre de 2010

A Antonio Azuaga (hombre justo, alma en paz) que recordará tal vez estas palabras:

La paz es un asunto de ausencia de dudas. Un paraíso imposible. Más vale pensar que a veces una duda es una bendición. La duda lleva dentro su sospecha junto al deseo de no equivocarse aún, un rechazo total a la idea de entregarse dócilmente al error y estropear algo que tampoco se sabe muy bien qué es.

Las personas normales vivimos en medio de un desbarajuste que no es fácil de ordenar, un puzzle roto en infinitas piezas desiguales y dispersas que forman un dibujo insoportablemente grande. Vivimos con la esperanza (no siempre convencida) de que al final exista esa foto fija que debería existir, sobre la cual todas las piezas encajan y ninguna falta. Dudamos. Sólo podemos, tal vez, preguntar.


Nostalgia armada en el Café de Indias
Recordé este texto, rescatado de un antiguo diálogo, entre el maremagnum de mi vida actual que ni tiempo me deja para atender este rincón, uno de los pocos refugios donde a veces me siento a encajar piezas.  Desde la última entrada han pasado muchas cosas. Haciendo malabarismos entre el trabajo y otras obligaciones, a principos de mes me fui a Sevilla, invitada por Javier y la Isla de Siltolá. 


De tapeo con amigos
Quiero dar las gracias a todos los amigos que tan bien me acogieron: Javier Sánchez, Antonio Rivero, Teresa Merino, Jesús Cotta, Juan Antonio Glez., Elena, José María Jurado, Rafael Lucena, Alejandro Muñoz y Miguel Estrada; y a Elías Moro y Tomás Rodríguez Reyes que anduvieron por allí de visita como yo. En Sevilla pude tocar por fin mi segundo poemario, Nostalgia armada, que ya está llegando a las librerías.

En los jardines del Real Alcázar
Con Antonio Rivero T.  y Teresa en la noche sevillana










El día 10 de marzo asistí, junto a Alberto Santamaría, a la lectura correspondiente del ciclo Este jueves, poesía, coordinado por Nacho Escuín en la facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza.   La Sala de Juntas se llenó y acabamos la velada con una cena y una visita  posterior al Candy Warhol, donde esa noche leía Raúl Campoy, joven poeta madrileño. 



Dejo algunas instantáneas y enlaces que son como piezas del puzzle de mi vida, y aprovecho para agradecer las menciones y anuncios que ya han aparecido sobre Nostalgia armada: Gracias a Antonio Rivero Taravillo, Rafael Lucena, Elías Moro, Juan Manuel Macías y la página web de DVD Ediciones -que actualizó recientemente mi firma invitada con motivo de la nueva publicación- y, finalmente, a Fernando Valls, por obsequiarme con una segunda vuelta en su Nave: AQUÍRecuerdo con muchísimo cariño la primera, hace apenas dos años, y es un honor estar de nuevo entre sus locos.
La Nostalgia desnuda





17 de marzo:  Hoy se ha publicado en el Heraldo mi cuarta colaboración en la revista Artes y Letras.  En esta ocasión reseño el último libro de Francisco José Martínez Morán, Peligro de vida.  Podéis leerla en el blog Los otros.