miércoles, 13 de marzo de 2013

Andábata en la cárcel



Ayer Andábata y yo fuimos a la cárcel de Daroca, invitadas por Javier Aguirre. Desde la Biblioteca de Aragón se desarrolla un Programa de colaboración con los Centros Penitenciarios, a resultas de un convenio firmado en 2010 entre el Ministerio del Interior y el Gobierno de la Comunidad.  Dentro de esas actividades, se realiza un Club de Lectura que incluye la visita de los autores.  Javier Mesa, Coordinador de Formación del Centro, acudió muy temprano a nuestra cita en Zaragoza para llevarnos hasta allí.

Muchas veces había pasado cerca de sus muros, visibles desde la carretera cercana, durante algún viaje por los alrededores. El edificio tenía para mí la contundencia de un búnker y la extrañeza de los espejismos; me dejaba en la cabeza el eco de un interrogante. Siempre me pregunté qué historias alojaba.  No imaginé que un día traspasaría esos muros, no para hacer preguntas sino para contestarlas.  No por sus historias sino por las mías.

Al entrar, el primer corredor me atrapó la conciencia: el peso excesivo de su realidad sin concesiones lo convertía casi en un escenario. Un lugar cinematográfico, un no-lugar.  Ni un solo detalle que aliviase la estética carcelaria. Cemento. Muros.  Alambre.  Nada.  Después muchas puertas, algún trámite, escaleras, presentaciones. Personas. Rafael Aparicio, director del Centro Penitenciario, que apoya decididamente las actividades de este tipo, aunque sean malos tiempos para la lírica y haya que contar también con la generosidad de las editoriales que ceden los ejemplares de los libros (gracias, de nuevo, a Juan Manzano que desde Paréntesis hizo también un esfuerzo para que esto fuese posible).  Y por fin el Módulo Sociocultural, la escuela en palabras de los presos, devolviéndole al nombre naturalidad y eficacia.  Un cigarro en el patio en compañía de Jaime Castejón, coordinador de Programas, que había leído la novela y quiso asistir al coloquio.  La visión de quien conoce muy bien el suelo que pisa.

Lo curioso es que, desde que entré en el aula de redacción de la revista La Oca Loca, el lugar donde nos reunimos con ellos, pasaron apenas dos minutos y me olvidé de los muros y de mis preguntas.  La afluencia hizo que estuviésemos muy cerca, sillas en corro, personas que hablan. Me acogió la atención con la que habían leído el libro, el interés que mostraron, la agudeza de las reflexiones, lo poco que les costó entrar -y hacerme entrar- en conversación. Las distintas edades de los lectores, el tema de la novela y sus muchos caminos periféricos hicieron que se interesasen por cuestiones también muy distintas, pero en todos fue común un respeto sin afectaciones innecesarias, la intención de que yo me sintiese bien y una cordialidad que sólo pude pagar con la misma moneda.  

Comprendí que yo no tenía nada que juzgar, que el momento me pedía cosas sencillas pero importantes: mirar a los ojos de las personas que me hablaban.  Escuchar y contestar con sinceridad.  Aprender. Sé que Andábata está muerta y así se lo dije a ellos.  No hay gladiador que pase de los 30 años y yo ya los he pasado.  El impulso que creó ese personaje es ya otra cosa.  Pero entendí que en ese instante el libro era también, más que el aula de la cárcel, el lugar real que nos reunía. Y, por un breve tiempo que bien pudiera ser una tregua, no importaba de qué estábamos rodeados, por qué caminos habíamos llegado hasta allí ni a dónde iríamos luego.  Desde su tumba imaginaria, esa gladiadora sin cuartel notó latir una vez más su corazón de palabras.

Vuestra lectura le dio vida.  Solo puedo decir gracias.


22 comentarios:

Durrell dijo...

Estoy seguro de que tu presencia supuso un soplo de aire fresco. Encomiable labor conjunta de organizadores, editoriales, autores y lectores.
Mi enhorabuena y mi admiración, pues ante todo la novela es espléndida.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Durrell. Yo procuré estar a la altura. Ellos lo hicieron todo muy fácil. Guardo el mejor de los recuerdos.

Anabel dijo...

Me alegro mucho que haya sido toda una experiencia para ti, seguro que para ellos también lo ha sido.

Besos,

Anabel

Olga Bernad dijo...

¡Eso espero, Anabel! Y la verdad es que creo que a todos nos quedó una buena impresión del momento. Al final, eso es vivir:atesorar momentos,-)
Besos.

Angós dijo...

Me hubiera encantado acompañarte. Doy fe de que volviste encantada. Enhorabuena.

Olga Bernad dijo...

A ver si para la visita al Centro de Zuera en otoño tramitamos el permiso con tiempo. Sí, te hubiese encantado ser uno más del "corro". Hubieses podido aportar, además, una visión muy especial de la novela, ya que la conociste desde el principio,-)

Anónimo dijo...

Qué experiencia más bonita, Olga, y qué bien nos la cuentas! Gracias y enhorabuena.

Olga Bernad dijo...

Sí que lo ha sido, Sara. Aún la tengo reciente y no quería que se fuese diluyendo. Quería contarlo. Supongo que, como siempre, quería protegerla de la vida normal y su tendencia a amortiguar las sensaciones, su vocación de olvido.

Alfredo J Ramos dijo...

Un relato muy cercano, Olga. Gracias por compartirlo.

Olga Bernad dijo...

Gracias a ti, Alfredo, por acercarte a "escuchar",-)

Iseo dijo...

Vaya experiencia Olga! Ayer fue un día especial en la carcel de Daroca.
A ver si me lo cuentas en persona... Besicos

Olga Bernad dijo...

Para mí fue una mañana especial. Ellos la hicieron especial. Te lo cuento, sí; ojalá hubieses estado ahí, me hubieras ayudado a comentar el tema de la amiga;-) Esta semana, sin falta, comemos; ve haciendo hueco (aunque sea a martillazos) en tu horario. Yo haré lo propio.
Besicos.

Dyhego dijo...

Marta es mucha Marta.
Salu2 a ambas, Marta y Olga.

Olga Bernad dijo...

Usted qué bien la conoce, mesié...
Besos a pares (uno de mi parte y otro de la suya;-)

veridiana dijo...

"Hoy voy a la cárcel". También yo con mi amigo el psiquiatra(el habitual)he visitado la cárcel,para mi una pequeña charla de los valores del arte.

Mi solidaridad Olga contigo,por nuestra privilegiada libertad.

Tu libro es muy bonito,te tienes que sentir muy satifescha.

Un beso.

Olga Bernad dijo...

Nuestro común amigo Antonio te diría que las diosas, Circe, van a donde quieren,-) Seguro que ha sido también una gran experiencia.
Yo no me siento exactamente satisfecha, no sé si esa es la palabra. Me sentí contenta de compartir esa mañana, me sentí bien. Y en cuanto a nuestra privilegiada libertad... es cierto que no hay nada como ser dueño de los propios pasos, ¿pero lo somos? También "extra muros" estamos parcialmente atrapados. A veces lo merecemos y a veces no.
Un beso y mil gracias.

veridiana dijo...

Qué difícil definición Olga!!
Gracias,eres un amor.

Pasa un buen fin de semana.

Susi Eguia dijo...

Una experiencia muy interesante sin duda y enriquecedora en el sentido de que nos hace reflexionar sobre los muchos tipos de cárceles que hay.
En cualquier caso tan enriquecedora para ti como para ellos, supongo.
Un beso.

Olga Bernad dijo...

lo mismo para ti, Veridiana (¡lo poquito que queda ya de él!).

Olga Bernad dijo...

Para mí lo ha sido, doña A. Yo creo que fue para todos una mañana agradable. Y sí, hay muchos tipos de cárceles, ya lo creo.
Un beso.

Gbp dijo...

Enhorabuena cariño, me alegro de que salieras tan contenta de la experiencia. Otro brindis por Andabata y su autora!
Besitos

Olga Bernad dijo...

Gracias, sister. Una buena experiencia en una época tan dura para mí. No es poco. ¡Venga ese brindis! Por nosotras y por todos los que participaron de una manera u otra en la actividad y en la entrada.
Kisses.